El mito de la relajación para el canto
Relajarse para cantar puede ayudarnos a aliviar tensiones innecesarias, pero no siempre es conveniente estar muy relajados para cantar, aquí te explico por qué.
Sabemos que todo tipo de trabajo o ejercicios físico requiere de una tensión muscular, esta tensión comienza en una actitud o mentalidad de “fuerza” que es trasladada hacia los músculos para luego hacer el esfuerzo necesario.
Ya sea que estemos moviendo un mueble, levantando pesas, corriendo, saltando, nadando, o llevando una bolsa con las compras del supermercado, vamos a estar haciendo que ciertos músculos se tensen, de otro modo, no podríamos realizar la labor o ejercicio.
Lo que da vigor a esos músculos es nuestro cerebro, es el que envía la orden para que los músculos se activen para hacer su tarea.
Una vez enviada la señal, los músculos, al hacer fuerza, son, por decirlo de un modo simple, “agredidos” por el esfuerzo y se “defienden”, reclutando tejidos para que contribuyan al esfuerzo. Si el esfuerzo es hecho continuamente y sistemáticamente, los músculos irán ganando vigor y elasticidad, un músculo que está todo el tiempo relajado e inactivo, tiende a atrofiarse, a perder su tonicidad.
Por consiguiente, no es relajando los músculos que los hacemos más resistentes al esfuerzo, sino, todo lo contrario, debemos tensarlos y exponerlos al máximo esfuerzo que puedan resistir, siempre sin sobrepasar los límites, para no dañarlos.
En toda actividad deportiva se sabe que la mejor forma de hacer trabajar los músculos al 100% es, en principio calentándolos y luego hacer ejercicios que incluyan tensión y relajación. Excesiva relajación lleva a la inoperancia, excesiva tensión puede rigidizar los músculos.
Tenemos que se conscientes de que el desarrollo de la voz requiere del desarrollo de la musculatura de la laringe y otros músculos. Por lo tanto, para poder llevar nuestra voz a un estado óptimo, tenemos que entrenarla como se entrenan otros músculos, con una mezcla correcta de tensión y relajación.
Las técnicas de canto que sólo usan la relajación no logran generar los estímulos nerviosos necesarios para desarrollar ciertas áreas de la voz que requieren vigor y energía. En estado de relajación nuestra actitud mental nos dejará en completa incapacidad de cantar con suficiente energía como para desarrollar una voz potente de rock, o una voz para la ópera, por ejemplo.
Cuando las rutinas de calentamiento y de vocalización tienden a una excesiva relajación, el cantante queda en un estado de ánimo como adormecido, que le hace incapaz de reunir la energía y fortaleza mental para hacer esas notas altas y potentes que tanto está deseando.
Cada uno de nosotros es diferente, cada individuo tiene ciertas características dominantes, por eso, a la hora de comenzar una rutina de canto, tenemos que ser capaces de evaluar cuál es la actitud predominante. En una persona que canta sin volumen, con una actitud débil, tímida o inhibida, una rutina de relajación sólo la hará empeorar su estado. En cambio, a un alumno o cantante que viene lleno de tensión, estrés, nerviosismo, quizá sí le haga falta una rutina relajante, porque añadir más tensión podría llevarlo a un exceso peligroso. Además, tengamos en cuenta que el ánimo y la actitud para cantar puede variar de un momento a otro.
Por eso es que el entrenamiento de la voz tiene que ser individualizado. Pero es importante tener en cuenta que el buen desarrollo de la voz se necesita tensión, sólo que tenemos que procurar que sea la tensión necesaria, que esté equilibrada de modo de llevar a los músculos vocales a dar el “máximo de sí” y así poder desarrollar la elasticidad y tonicidad que preparen al cantante para llevar su voz al estado óptimo.
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